El Big Bang se llama HANSE 291. Este barco fue una sonora oferta, tan sonora como una gran explosión. Fue en el verano de 1993. Todo un astillero de Greifswald estaba desempleado. Mientras tanto, en Suecia se encontraba un constructor dueño de los derechos sobre el "Aphrodite 291". Carl Baier, el constructor, se lo vendió a Michael Schmidt.
Ahí empezo todo. Reactivó el astillero junto con el constructor sueco de barcos Bent Elgaard. Al cabo de cuatro semanas, el HANSE 291 se presentaba en el "hanseboot" como oferta indiscutible. Sobre el yate se colgó un martillo gigante para dejar bien claro que en ese puesto de la feria había algo realmente especial. El HANSE 291 ofrecía las funciones básicas de un yate de vela: buenas velas, motor auxiliar, camarotes, despensa, váter con bomba manual. Con ello dio justo en el centro del corazón de los amantes del deporte náutico. Michael Schmidt firmó 30 contratos.